Guadalajara, sábado.
Que resulta que el Ene regresa de con sus amigos a las once de la noche y va por la avenida Juárez grabando con su camarita (a la altura del Larva, para los tapatíos) cuando, tarán, la voz de un policía de bicicleta interrumpe la grabación y dice:
Contra la pared.
La grabación ahí se interrumpe. Al Ene le revisan su mochila, todo todo le sacan. El Ene se detiene a observar sus cosas, conociendo a los polis, puede que se les ocurriera llevarse algo. O si no a alguien de la multitud. Una vez todo listo en la mochila de vuelta, se toca las bolsas de los pantalones y nota que no le han regresado su dinero.
Le reclama al policía:
Te pasas de verga, cabrón. Ni siquiera me dejaste para el taxi.
Ellos le dicen que "cht cht cht, eso es falta de respeto a una autoridad" o tal vez lo mismo pero con otras palabras, y lo trepan a una patrulla por este "delito".
Dos horas después recibe una llamada mía. El mensaje es corto: Me agarraron los policías por andar grabando en la calle y se llevaron 400 pesos. Aquí estoy entre ______ y ______.
Hablo a su hermano. Trato de dormir. Lo logro, soy buena en esto. Varias horas después y antes de que amanezca al Ene lo sueltan. El hermano paga una multa de 260 pesos. Se da cuenta de que le regresan casi todo lo que había en la mochila, excepto una cajetilla con dos cigarros Delicados, un encendedor y su credencial para votar.
El hermano lo consuela: "Pudieron haberte quitado la cámara, te fue bien". *Se queda pensando en lo que acaba de decir*
Pues bueno, así que todo está bien. Así que los separos esta noche estaban casi vacíos. Un loco al que tenían aislado porque suele golpear a su mamá. Unos cholos exigiendo anécdotas más divertidas, don.
Por primera vez le llaman "don". Creo que ya se ve ruco, oiga. La secretaria del lugar saca las cosas de la mochila de el Ene y le pregunta: "¿Y esto qué es?"
Son unos regalos para navidad.
En los separos empieza a pensar lo peor. ¿Y qué tal si ahorita meten a alguien a picarme la cresta y luego me inventan otro delito?
¿Qué pensó un caudillo de Pancho Villa en 191o cuando estaba rodeado y no tenía celular con crédito a quién llamarle? Ni crédito ni celular. *Lo importante de la comunicación*
¿Qué tal si trato de dormirme ahí? Pero hay muchas bacterias...
Y así.
Entonces de todos modos todo sale bien.
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Al cantar el gallo, y cuando parece que ya va a empezar el domingo, una paloma se mete a mi casa. El perro, asesino de palomas, corre detrás de ella. Me despierta, voy a ver qué sucede. Después de unos quince minutos intentando sacar al ave para evitar que el perro la matase, y habiendo encerrado al perrino en el baño (sin ponerle seguro) por fin libero al animal con alas y cerebro de almendra y ahora sudo mucho, voy hacia el baño a sacar al perro. Está histérico. ¿Hay perros histéricos? Pues ha rasguñado la puerta y le ha hecho un hoyo. Pero además -además- se ha encerrado (por ponerle el seguro a la puerta) y es un poco difícil sacarlo. La maniobra debe hacerse con un palo.
Todo esto me quita mucho el sueño, uh. Y entonces despotrico un poco en twitter y nadie me pela. Lo obvio en esta situación. Lo que yo haría, casi casi.
Es temprano. Daré un tour turístico a amigo de Chihuahua. Vamos al mercado, creo que no le gustó el jugo de lima porque es algo un poco extraño.
Una marioneta gigante y varios humanos medianos nos dificultan el paso. El amigo de Chihuahua se encuentra a un maestro de su ciudad. Es curioso. El maestro está perdido, no le han dicho bien cómo ir hacia la FIL. Lo confunden.
El día sucede con mucho sol encima de todo, todos, y en la tiendita sólo queda una jericaya (¿por quéééé, Dios?)
El Exconvento del Carmen está abierto. La exposición de abajo es medio una gran mierda y las fotos de arriba están chidinas. Me gustan muchas.
Debo partir. Me espera una comida familiar.
Cuando llego, mi primo Erre, mi sobrino Erre y mi primo A están a punto de irse. "A conseguir un trío para el tío cumpleañero".
Órale. En una Hummer. Se van encantados. La fiesta se alarga entre pláticas sobre las buchonas y aquello que Dios dijo que nos mandaría y que sostendría en la tierra. Luego otra vez sobre las buchonas.
Mi tío pide música, pero pide la misma de José Alfredo que ya ha oído hoy y ya ha cantado en el baño un chingo de veces.
Le ponen otra música. La acepta, entre comentarios sobre "cuando ya no pueda seguir yendo al bule"...
(...)
"La tarde avanza"
Yo batallo con mi celular. Le aparece una E que no puedo quitar. Y me vuelve y me vuelve a salir esa E.
Se platica sobre la prima ausente que tiene memoria fotográfica y se aprende los códigos penales de una leída. Qué ped.
Mientras tanto, los muchachos que se fueron en la Hummer (el mayorcito de ellos tiene 18) no llegan.
Histeria colectiva en una porción de la sala. El otro bando vacilador se divierte y critica a las señoras preocupadas. Mi sobrina, la hermana de el Erre, duerme en el mueble de la entrada.
Intento llamarle a mi primo Erre para explicarle que las féminas andan espinadas porque no tienen noticia de ellos. Que dónde andan. Pero el signo de una E me sigue apareciendo en la pantallita del celular y me impide realizar llamadas. Llega una de mis tías. La interceptan y se van en friega a buscar a los primos. No sé cómo se enteran de que les robaron la camioneta. Luego mis primos se comunican. Están bien. Están lejos. Acá en la cochera unos empiezan a gritar vamosporellos y otros empiezan con quesevenganentaxi. Mi tío borracho dice que básicamente todos somos unos pendejos y yo decido huir.
El camino hacia mi casa está algo oscuro. Parece que se fundieron los focos de varios postes.
De camino veo a un loquito haciéndole la seña de "que se moche" a un niño que está con sus padres adolescentes en la parada del camión, y ahorita parece que todo está bien.
domingo, 28 de noviembre de 2010
viernes, 5 de noviembre de 2010
Transcripción:
EL MUNDO
En la calle sin fin de la vida,
servil me encontré a un niño con la
pálida faz de la inocencia,
con la transparencia de primicia seminal,
que aparenta amalgama de emociones
en un cuerpo cual estructura de rascacielos:
grande, bien formado, pero sin materia contenida.
Como cosa al garete, dejé escapar de mis labios
la pregunta: ¿Qué es la realidad vital?
El niño contestó con palabras prostituidas, con lodo,
con semen, con estiércol, con la cara del idiota del
mundo en que vegetamos.
Si la realidad es la vida que los
siglos amamantan con savia venenosa,
el hombre que sigue esa ruta sin
cambiarla, es defecación de hormiga policía.
Un ceño, una cana, un fusil,
son símbolos callados de la desgracia humana.
La maternidad, la vejez y la guerra
son defectos o anhelos de este cadavérico estadio.
El amor, sentimiento decadente,
que traspasa la cordillera paralítica del ánimo
y pone diques a la mente.
En su mente se da lo mínimo esperando un
vómito de pelícano,
sin creer que puede ser retribuido
con el gélido eructo de un vestigio.
Divinidad, triste mentira,
ni se distingue la mónada del hombre;
igual me da Osiris que Quetzalcóatl;
Cristo o su virginal madre;
El Papa o Anaxágoras; Mahoma o Buda y
Cassius Clay.
Todo eso le oí al niño.
Sólo hice un comentario a mi conciencia:
¿Por qué la certeza tiene cara de inocente infante?
En la calle sin fin de la vida,
servil me encontré a un niño con la
pálida faz de la inocencia,
con la transparencia de primicia seminal,
que aparenta amalgama de emociones
en un cuerpo cual estructura de rascacielos:
grande, bien formado, pero sin materia contenida.
Como cosa al garete, dejé escapar de mis labios
la pregunta: ¿Qué es la realidad vital?
El niño contestó con palabras prostituidas, con lodo,
con semen, con estiércol, con la cara del idiota del
mundo en que vegetamos.
Si la realidad es la vida que los
siglos amamantan con savia venenosa,
el hombre que sigue esa ruta sin
cambiarla, es defecación de hormiga policía.
Un ceño, una cana, un fusil,
son símbolos callados de la desgracia humana.
La maternidad, la vejez y la guerra
son defectos o anhelos de este cadavérico estadio.
El amor, sentimiento decadente,
que traspasa la cordillera paralítica del ánimo
y pone diques a la mente.
En su mente se da lo mínimo esperando un
vómito de pelícano,
sin creer que puede ser retribuido
con el gélido eructo de un vestigio.
Divinidad, triste mentira,
ni se distingue la mónada del hombre;
igual me da Osiris que Quetzalcóatl;
Cristo o su virginal madre;
El Papa o Anaxágoras; Mahoma o Buda y
Cassius Clay.
Todo eso le oí al niño.
Sólo hice un comentario a mi conciencia:
¿Por qué la certeza tiene cara de inocente infante?
Angel Pluvio Levene
Poeta argentino
Poeta argentino
- - - -
Ahora la verdad:
Mi tío Roberto Larios Valencia es el creador de ese "poema modernista", que hizo para burlarse de unos tipos que, allá por 1968 le recomendaban a los nuevos poetas y mi tío quizá pensaba algo como: ¡Esas son mamadas!
Entonces hizo este poema, lo firmó como Angel Pluvio Levene (poeta argentino), lo pegó en el periódico mural de su escuela y les pidió a esos amigos que gustaban de los modernistas que pasaran a echarle un ojo. Con sorpresa, le dijeron que "¡Buenísimo!" y entonces ahora mi tío, que ya no está vivo, ha de reír desde ultratumba. Y yo, que me reencontré con esto, lo publico acá, para reírme igual.
Saludillos.
Ahora la verdad:
Mi tío Roberto Larios Valencia es el creador de ese "poema modernista", que hizo para burlarse de unos tipos que, allá por 1968 le recomendaban a los nuevos poetas y mi tío quizá pensaba algo como: ¡Esas son mamadas!
Entonces hizo este poema, lo firmó como Angel Pluvio Levene (poeta argentino), lo pegó en el periódico mural de su escuela y les pidió a esos amigos que gustaban de los modernistas que pasaran a echarle un ojo. Con sorpresa, le dijeron que "¡Buenísimo!" y entonces ahora mi tío, que ya no está vivo, ha de reír desde ultratumba. Y yo, que me reencontré con esto, lo publico acá, para reírme igual.
Saludillos.
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