Puede que mi concepto de la amistad esté maltrecho. Luego conocí a Fanny y a Carla, la misma apatía generalizada, la misma ira tonta y adolescente, el mismo gusto por conductas como levantarse tarde, escuchar a Placebo en repeat sin decirse nada, relegarse de los demás sin motivo y sólo andar por ahí sin cuestionarnos sobre nuestros sentimientos, anhelos y esperanzas.
Un par de años después, Imelda me preguntaba qué había hecho mal. Y me vi explicándole que no era ella, sino yo... Y preguntándome, en el fondo, por qué actuábamos como esas parejas tontas que deben aclararse cada motivación y gesto, cada acción y consecuencia. Me sentí muy cansada de no poder corresponder su amistad con la misma intensidad, con el mismo entusiasmo, con todos esos gestos sencillos que ella, con todo su derecho, esperaba: comprenderla, escucharla y animarla, simplemente.
No quisiera decir la palabra "reflexionar", pero inevitablemente (pero con toda la carnita de un "soy humana: aún corre sangre por mis venas") el texto de Lilián me volvió a aquellas épocas de Luci, por mencionarla. De Christian, por mencionarlo. Y así.
No sé, quisiera aprovechar para volcar mis disculpas también.
sábado, 9 de mayo de 2009
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