domingo, 23 de enero de 2011

Año bubbático

Aquí iría a escribir el recuento de este 2010 que pasó y empecé algo que ahora borré y ya sólo atino a decir:

domingo, 28 de noviembre de 2010

Estos días la he pasado tan bien con su sinembargo medio fuerte.

Guadalajara, sábado.

Que resulta que el Ene regresa de con sus amigos a las once de la noche y va por la avenida Juárez grabando con su camarita (a la altura del Larva, para los tapatíos) cuando, tarán, la voz de un policía de bicicleta interrumpe la grabación y dice:

Contra la pared.

La grabación ahí se interrumpe. Al Ene le revisan su mochila, todo todo le sacan. El Ene se detiene a observar sus cosas, conociendo a los polis, puede que se les ocurriera llevarse algo. O si no a alguien de la multitud. Una vez todo listo en la mochila de vuelta, se toca las bolsas de los pantalones y nota que no le han regresado su dinero.

Le reclama al policía:

Te pasas de verga, cabrón. Ni siquiera me dejaste para el taxi.

Ellos le dicen que "cht cht cht, eso es falta de respeto a una autoridad" o tal vez lo mismo pero con otras palabras, y lo trepan a una patrulla por este "delito".

Dos horas después recibe una llamada mía. El mensaje es corto: Me agarraron los policías por andar grabando en la calle y se llevaron 400 pesos. Aquí estoy entre ______ y ______.

Hablo a su hermano. Trato de dormir. Lo logro, soy buena en esto. Varias horas después y antes de que amanezca al Ene lo sueltan. El hermano paga una multa de 260 pesos. Se da cuenta de que le regresan casi todo lo que había en la mochila, excepto una cajetilla con dos cigarros Delicados, un encendedor y su credencial para votar.

El hermano lo consuela: "Pudieron haberte quitado la cámara, te fue bien". *Se queda pensando en lo que acaba de decir*

Pues bueno, así que todo está bien. Así que los separos esta noche estaban casi vacíos. Un loco al que tenían aislado porque suele golpear a su mamá. Unos cholos exigiendo anécdotas más divertidas, don.

Por primera vez le llaman "don". Creo que ya se ve ruco, oiga. La secretaria del lugar saca las cosas de la mochila de el Ene y le pregunta: "¿Y esto qué es?"

Son unos regalos para navidad.

En los separos empieza a pensar lo peor. ¿Y qué tal si ahorita meten a alguien a picarme la cresta y luego me inventan otro delito?

¿Qué pensó un caudillo de Pancho Villa en 191o cuando estaba rodeado y no tenía celular con crédito a quién llamarle? Ni crédito ni celular. *Lo importante de la comunicación*

¿Qué tal si trato de dormirme ahí? Pero hay muchas bacterias...

Y así.

Entonces de todos modos todo sale bien.

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Al cantar el gallo, y cuando parece que ya va a empezar el domingo, una paloma se mete a mi casa. El perro, asesino de palomas, corre detrás de ella. Me despierta, voy a ver qué sucede. Después de unos quince minutos intentando sacar al ave para evitar que el perro la matase, y habiendo encerrado al perrino en el baño (sin ponerle seguro) por fin libero al animal con alas y cerebro de almendra y ahora sudo mucho, voy hacia el baño a sacar al perro. Está histérico. ¿Hay perros histéricos? Pues ha rasguñado la puerta y le ha hecho un hoyo. Pero además -además- se ha encerrado (por ponerle el seguro a la puerta) y es un poco difícil sacarlo. La maniobra debe hacerse con un palo.

Todo esto me quita mucho el sueño, uh. Y entonces despotrico un poco en twitter y nadie me pela. Lo obvio en esta situación. Lo que yo haría, casi casi.

Es temprano. Daré un tour turístico a amigo de Chihuahua. Vamos al mercado, creo que no le gustó el jugo de lima porque es algo un poco extraño.

Una marioneta gigante y varios humanos medianos nos dificultan el paso. El amigo de Chihuahua se encuentra a un maestro de su ciudad. Es curioso. El maestro está perdido, no le han dicho bien cómo ir hacia la FIL. Lo confunden.

El día sucede con mucho sol encima de todo, todos, y en la tiendita sólo queda una jericaya (¿por quéééé, Dios?)

El Exconvento del Carmen está abierto. La exposición de abajo es medio una gran mierda y las fotos de arriba están chidinas. Me gustan muchas.

Debo partir. Me espera una comida familiar.

Cuando llego, mi primo Erre, mi sobrino Erre y mi primo A están a punto de irse. "A conseguir un trío para el tío cumpleañero".

Órale. En una Hummer. Se van encantados. La fiesta se alarga entre pláticas sobre las buchonas y aquello que Dios dijo que nos mandaría y que sostendría en la tierra. Luego otra vez sobre las buchonas.

Mi tío pide música, pero pide la misma de José Alfredo que ya ha oído hoy y ya ha cantado en el baño un chingo de veces.

Le ponen otra música. La acepta, entre comentarios sobre "cuando ya no pueda seguir yendo al bule"...

(...)

"La tarde avanza"

Yo batallo con mi celular. Le aparece una E que no puedo quitar. Y me vuelve y me vuelve a salir esa E.

Se platica sobre la prima ausente que tiene memoria fotográfica y se aprende los códigos penales de una leída. Qué ped.

Mientras tanto, los muchachos que se fueron en la Hummer (el mayorcito de ellos tiene 18) no llegan.

Histeria colectiva en una porción de la sala. El otro bando vacilador se divierte y critica a las señoras preocupadas. Mi sobrina, la hermana de el Erre, duerme en el mueble de la entrada.

Intento llamarle a mi primo Erre para explicarle que las féminas andan espinadas porque no tienen noticia de ellos. Que dónde andan. Pero el signo de una E me sigue apareciendo en la pantallita del celular y me impide realizar llamadas. Llega una de mis tías. La interceptan y se van en friega a buscar a los primos. No sé cómo se enteran de que les robaron la camioneta. Luego mis primos se comunican. Están bien. Están lejos. Acá en la cochera unos empiezan a gritar vamosporellos y otros empiezan con quesevenganentaxi. Mi tío borracho dice que básicamente todos somos unos pendejos y yo decido huir.

El camino hacia mi casa está algo oscuro. Parece que se fundieron los focos de varios postes.
De camino veo a un loquito haciéndole la seña de "que se moche" a un niño que está con sus padres adolescentes en la parada del camión, y ahorita parece que todo está bien.

viernes, 5 de noviembre de 2010

Transcripción:

EL MUNDO

En la calle sin fin de la vida,
servil me encontré a un niño con la
pálida faz de la inocencia,
con la transparencia de primicia seminal,
que aparenta amalgama de emociones
en un cuerpo cual estructura de rascacielos:
grande, bien formado, pero sin materia contenida.

Como cosa al garete, dejé escapar de mis labios
la pregunta: ¿Qué es la realidad vital?
El niño contestó con palabras prostituidas, con lodo,
con semen, con estiércol, con la cara del idiota del
mundo en que vegetamos.

Si la realidad es la vida que los
siglos amamantan con savia venenosa,
el hombre que sigue esa ruta sin
cambiarla, es defecación de hormiga policía.

Un ceño, una cana, un fusil,
son símbolos callados de la desgracia humana.
La maternidad, la vejez y la guerra
son defectos o anhelos de este cadavérico estadio.

El amor, sentimiento decadente,
que traspasa la cordillera paralítica del ánimo
y pone diques a la mente.
En su mente se da lo mínimo esperando un
vómito de pelícano,
sin creer que puede ser retribuido
con el gélido eructo de un vestigio.

Divinidad, triste mentira,
ni se distingue la mónada del hombre;
igual me da Osiris que Quetzalcóatl;
Cristo o su virginal madre;
El Papa o Anaxágoras; Mahoma o Buda y
Cassius Clay.

Todo eso le oí al niño.
Sólo hice un comentario a mi conciencia:
¿Por qué la certeza tiene cara de inocente infante?

Angel Pluvio Levene
Poeta argentino












- - - -
































Ahora la verdad:
Mi tío Roberto Larios Valencia es el creador de ese "poema modernista", que hizo para burlarse de unos tipos que, allá por 1968 le recomendaban a los nuevos poetas y mi tío quizá pensaba algo como: ¡Esas son mamadas!

Entonces hizo este poema, lo firmó como Angel Pluvio Levene (poeta argentino), lo pegó en el periódico mural de su escuela y les pidió a esos amigos que gustaban de los modernistas que pasaran a echarle un ojo. Con sorpresa, le dijeron que "¡Buenísimo!" y entonces ahora mi tío, que ya no está vivo, ha de reír desde ultratumba. Y yo, que me reencontré con esto, lo publico acá, para reírme igual.

Saludillos.

miércoles, 6 de octubre de 2010

Sor Ye-Ye

De pronto el día de hoy tuve crísises con la tecnología y estaba desesperándome cuando decidí tranquilizarme y lo logré.

De pronto en la tarde de hoy tuve agüitamiento porque no había tortillas de harina y yo pensaba que sí. ¿Por qué les dicen "tortillas de harina" a las tortillas de harina de trigo? Dios que nada lo ve ha de saberlo y se guarda ese conocimiento, para nada.

En Pyongyang hay un edificio que me recordó a la Basílica de Guadalupe (informes en Corea del Norte).

De pronto y más tardecito me sentí muy muy de la chingada y todo era índigo y la culpa de todo la tenía Fecal. Me dolía la muñeca, me dolía la alcancía sin dinero y me dolía la espalda porque últimamente me siento mucho en un sleeping "de la armada estadounidense". Me vale que sea de la armada estadounidense, es de lo más incómodo y está feo y tiene botones que lastiman el trasero (si el muy despistado decide posarse sobre ellos).

Esta publicación está re pendeja, pero es que, no sé, me siento medio deprimida, lo normal. Pero luego pensé cosas como "antes en la Concha Acústica se hacían conciertos a 40 pesos y en cambio ahora en la Calle 2 están mucho más caros". Después de notar que este pensamiento era mío, me pareció también ajeno y que no me pertenecía, porque básicamente no me importan mucho los conciertos y ya no he querido ir a ninguno (pero los conmino a que asistan a los de su preferencia).

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El perro al que alimento se llama Cucho y tiene la cabeza blanca y el lomo negro con algunas manchitas. Tiene "un poco de" pioderma y cuando investigué sobre esto empecé a darle su tratamiento. Cuando lo empezó, tuve que encontrarme a un contrabandista de antibióticos. Le compré todas las cajas que pude y pocos días después a mí me dio gripa medio fuerte y no pude comprarme el antibiótico porque ya no tenía dinero.

Como que a eso se resume todo: Quería hacer _____________, pero ya no tenía dinero. Quería entrar a __________, pero ya me había acabado la quincena. Quería comer ______________, pero ya no tenía dinero. Quería tomar __ taxis pero ya se me había acabado la quincena. Pinche país bonito.

Hay la posibilidad de que me quede sin trabajo. No contestaré nada sobre eso, nomás así. O a poco sería original la pregunta de "¿Por qué vas a quedarte sin trabajo?" No, ¿verdad? Evítate el cuestionamiento, si es que se te antojó hacerlo.

Por lo pronto, las sopas ramen de Corea son mejores que las demás. Y hay un paladar gigante y etéreo que todo lo saborea y me da la razón.

Bueno, pues.

domingo, 15 de agosto de 2010

Si no lo escribo se me olvida

Pesadilla 1: Después de que mi madre se la hiciera de pedo a un güerejo en una fila para compar boletos para el beisbol (?), la acción cambia a que me mudaba a una casa (como la mía) y supuestamente ya me la entregaban con dos inquilinos caninos machos. Yo pensaba: bueno; y me empezaba a encariñar con ellos. Ese mismo día me di cuenta de que los vecinos de al lado tenían una tigresa mansa que se brincaba la barda de separación entre su casa y la mía y venía a convivir con los perros de mi casa.

Todo iba bien, y "ay qué bonitos todos en armonía", cuando descubría una parte desconocida de la casa. Era un cuarto oscuro y lleno de chatarra. En medio de todo, una jaula mal hecha albergaba a tres perros. Todos ellos en pésimo estado de salud. Parecía que los habían olvidado allí. Primero pensé que eran dos perros, luego me percaté de que abajo de estos dos, estaba otro, hecho de piel y masa amorfa, sin huesos. Y lo reconocí: era el clon de uno de los perros sanos que convivían con la tigresa.

Desperté.

Pesadilla 2: Iba a visitar a mi abuelita que ya tenía a un perro (que en "la realidad" fue mi perro Bronx) con los dos perros que me habían heredado los anteriores inquilinos en la Pesadilla 1. Todo iba bien, pero en un descuido (mientras mi mamá, mi abuelita y yo no veíamos), el güero nefasto de la Pesadilla 1 llegó a golpear a los perros que trataron de impedirle la entrada a esa casa. Al que era el Bronx lo dejó atado y molido a golpes, a los otros dos, sólo atados. Además se robó 7,200 pesos, pero bien amable, dejó 600.

Mi madre salió a buscar a no sé quién. Quizá a la policía, y entonces el güero nefasto volvió y me dijo: "Sólo vine a decirte que si tu madre no se hubiera portado así de insolente conmigo en el estadio, esto no habría pasado".

Desperté.

Pesadilla 3: Estaba sola, sentada y haciendo nada, en las banquitas donde se sientan los cerillos del Soriana o del Walmart o del Carrefour o algún lugar así. A lo lejos y de un color muy vivo, de naranja, vi a mi amigo.

Pensé que era una mala broma del inframundo: regresármelo en una forma tan parecida, y entonces caminé hacia el lado opuesto a donde él se encontraba. Mientras caminaba unos poquillos pasos, reflexioné (no me gusta la palabra reflexionar, pero decía, reflexioné): "¿Y si sí es él?" Y entonces volteé otra vez y sí era. Y empezamos a platicar. Recuerdo casi nada de la charla, excepto que era como antaño pero con la diferencia de que aquí se mencionaba la despedida. Eso nos ponía tristes y entonces mejor platicábamos de otras cosas. Pensé en decirle eso de que un güero nefasto había llegado a golpear al perro de mi abuelita, pero me pareció un tema muy dramático y lo dejé de lado.

Me desperté muy triste, creo que habiéndome dado cuenta de algo.

miércoles, 28 de julio de 2010

Wikipedia dice que:

En sus primeros desarrollos sobre la angustia, Freud comienza señalando la particularidad de este estado afectivo penoso, que es el afecto penoso por excelencia, diferente de todos los otros. Lo que lo hace tan particular y digno de investigación dirá Freud es, en parte, que aparece refiriéndose a algo indeterminado, es decir, sin objeto. Dice además, en la Conferencia 25 de las Conferencias de introducción al psicoanálisis, que en realidad no necesita presentarla al lector, pues es seguro que alguna vez la ha sentido, dada su universalidad.
En este mismo texto de 1916 (17) señala la necesidad de una explicación del tema diferente de la medicina académica de la época que pretendía reconducir todo a cuestiones orgánicas, lo cual le restaba importancia a este concepto pues, en palabras de Freud:
(...)el problema de la angustia es un punto nodal en el que confluyen las cuestiones más importantes y diversas; se trata, en verdad, de un enigma cuya solución arrojaría mucha luz sobre el conjunto de nuestra vida anímica. (Sigmund Freud: Conferencias de introducción al Psicoanálisis, Conferencia 25)

miércoles, 7 de julio de 2010

Se respira el ambiente mundialista (más o menos)

Antier fui a la tienda. Esto es muy importante que lo sepan y lo anoten en su memoria. ¿Ya? Prosigo: Antier fui a la tienda. En el camino vi a tres niños que iban a jugar a-no-sé-qué.

El primero dijo: ¡Pero yo pido Alemania!
El segundo dijo: Entonces, yo Holanda
El tercero gritó con más emoción: ¡Y yo soy Guatemala!

No supe quién de ellos ganó. El tercero ganó mi corazón, de perdis.

Un deseo

A veces imagino la escena siguiente que ya está muy usada, al menos la primera parte:

Llega el genio de la lámpara maravillosa y me explica:

Antes de que pidas tu deseo insistiré en lo siguiente. Por favor: sé clara y dime exactamente lo que quieres.

Obedientemente, le contesto:

Deseo certidumbre para poder pedirte este deseo.

Y ¡pum!, que nuestro genio desaparece; creo que lo último que me dijo fue "chinga tu madre", pero no oí bien.